La versión operística de la famosa novela de Goethe, realizada por el compositor Jules Massenet a partir del guión de Edouard Blau, Paul Millet y Georges Hartmann, tiene una estrecha relación con Frankfurt am Main. En primer lugar, esta ciudad alemana, actualmente conectada con las ciudades más importantes del globo mediante su inmenso y laberíntico aeropuerto, fue la cuna del escritor alemán. Asimismo, en las cercanías de dicha ciudad, su hijo predilecto ubicó el drama de su novela epistolar. Por ello, asistir a una representación de Werther en Frankfurt siempre es y será una ocasión especial, ya que implica el regreso a los orígenes de esta obra inmortal del romanticismo alemán.
Die Leiden des jungen Werther fue publicada en 1774, poco tiempo después de que Goethe fuese nombrado delegado del Tribunal Imperial de Wetzlar y, por ende, antes de que se incorporase a la corte de Weimar. La fuente de inspiración de la novela es en parte autobiográfica, pues se basa en el desafortunado amor del poeta por Charlotte Buff, esposa del funcionario Johan Christian Kestner (Albert en la novela), pero también en el suicidio de un joven funcionario del Tribunal Imperial de Wetzlar, Karl Wilhelm Jerusalem, a quien Goethe conoció y cuya muerte le fue comunicada por el propio Kestner en una detallada carta que recibió cuando, con el fin de cicatrizar sus heridas, el poeta había abandonado Wetzlar y regresado a Frankfurt. Dicha carta, como señala Goethe en Aus meinem Leben. Dichtung und Wahrheit, fue el desencadenante de la escritura de su novela. En todo caso, el suicidio de Jerusalem no obedeció a motivos románticos, sino a su descontento con el espíritu provinciano de Wetzlar, que colisionaba con su formación ilustrada.
En un tono claramente intimista, que se sustenta en la forma epistolar de la novela (prefiguración del monólogo interno), Werther narra a su amigo Wilhelm sus vivencias en la idílica aldea de Wahlheim. Interviene también un editor, quien se presenta en el epígrafe inicial de la novela y narra el trágico final del protagonista. Para Walter Benjamin, Die Leiden des jungen Werther fue la última expresión del espíritu revolucionario de Goethe (luego, se insertaría en el sistema cortesano de Weimar), pues el protagonista de la novela es el burgués cuyo orgullo colisiona con las barreras de su propia clase social. Así, Werther se convierte en el semidiós que se sacrifica por la burguesía, a la manera de un chivo expiatorio que canaliza los deseos prohibidos por las normas de la misma. Es decir, él debe sacrificarse por el bienestar de esta, de modo que, como apunta Benjamin, la burguesía se sienta salvada sin ser liberada. Werther se convierte, entonces, en el Mesías de esta clase social que, mediante su pasión, realiza el eros y el tánatos en sus formas prohibidas: el amor adulterino y el suicidio. De ahí la reacción que provocó la novela: el llamado «furor wertherinus». Este consistió en la imitación de la novela a distintos niveles: mientras en el más superficial, sus lectores imitaban la apariencia exterior de los personajes; en el más profundo, se identificaban con la pasión del protagonista (pues veían en ella el reflejo de la propia), al punto que lo seguían hasta su trágico final. Así, la novela captó los deseos reprimidos por las normas sociales de la época, de modo que se convirtió en una válvula de escape para la presión que ejercían las mismas. Por lo anterior, la traducción más apropiada del título de la novela, a mi parecer, es La pasión del joven Werther (en alemán, la pasión de Cristo es die Leiden Christi).
Un siglo después de su publicación, la idea inicial para la transformación operística de la historia de Werther surgió en 1879 en Milán. Paul Millet, autor del libreto de Hérodiade, otra ópera de Massenet, inició la elaboración del libreto. Debido a las presiones que soportó de parte del editor Georges Hartmann, quien deseaba una ópera espectacular, idea que se oponía a la visión intimista de Millet y del mismo Massenet, aquel cedió su puesto a Edouard Blau, autor del libreto de Le Cid. Este, venciendo las presiones de Hartmann, terminó el libreto ajustándose a las expectativas del compositor, quien realizó la parte musical de la misma entre 1885 y 1887. Sin embargo, otros inconvenientes retrasarían el estreno de la ópera: Leon Carvalho, director de la Opera Cómica de París, rechazó la obra porque consideraba que la trama era desoladora y, por ende, incompatible con el gusto del público. Por ello, el estreno de Werther se realizó, traducido al alemán, en la Hofoper de Viena en 1892. Un año después, se estrenaría en París en su idioma original. En poco tiempo, el círculo se cerraría y Werther regresaría a su natal Frankfurt: en una carta fechada en París el 11 de enero de 1895, Massenet agradecía al director de la Ópera de Frankfurt por haber llevado su Werther a dicho escenario.
Publicado en Mnemósine, 3, 2009, pp. 3-4.