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«Serenata» de Schubert

Ständchen im Mondschein

Ständchen im Mondschein

Al buscar en Internet esta canción de Franz Schubert, basada en un texto de Ludwig Rellstab, hallé un par de traducciones al español (a las que llamaré A y B), bienintencionadas pero con notorios errores o inexactitudes, debidos especialmente a que no consideran la situación que representa la canción desde su mismo título: «Serenata». El amante canta furtivamente desde un bosquecillo cercano a la casa de su amada, cuya habitación está en alguna de las plantas superiores; de ahí que su canto tengan que subir a través de la noche hasta ella.

Una traducción más o menos literal del inicio de la canción sería: «Suavemente mis canciones te suplican a través de la noche». A la traduce: «Quedo implorando mis canciones…», lo cual no tiene mucho sentido y conjeturo que es un error al copiar la traducción de B: «Quedo te imploran mis canciones…», la que A quizá pretendía «mejorar». Por su parte, la traducción literal propuesta pierde un importante matiz de la situación arriba descrita: el movimiento del canto desde el soto en el que se encuentra el amante hasta la habitación de su amada (zu dir). Por ello, finalmente traduzco: «Suavemente mis canciones suplicantes se dirigen […] hasta ti».

En la estrofa final, A y B traducen: «¡Trémulo aguardo el encuentro!». No hay error y guarda el sentido de la canción, pues al inicio el amante solicitaba a la amada que fuese hasta él. Sin embargo, me inclino por una solución más literal: «¡Trémulo aguardo en tu dirección!», pues el amante espera alguna señal de su amada, mirando en dirección de su ventana.

En fin, aunque mi traducción quizá incurre en otras inexactitudes, esclarece un par de ellas. En todo caso, lo más importante es la canción misma, de la que incluyo tres logradas interpretaciones: Hans Hotter / Gerald Moore, Dietrich Fischer-Dieskau / Alfred Brendel y Simon Keenlyside / Malcom Martineau [1].

Suavemente mis canciones suplicantes se dirigen
a través de la noche hasta ti;
abajo, en el silencioso bosquecillo,
amorcito, ven a mí.

Susurrantes las delgadas copas de los árboles murmuran
a la luz de la luna;
los oídos hostiles del traidor
no temas, dulce amor.

¿Escuchas los cantos de los ruiseñores?
¡Ay! Ellos te suplican,
con tonos de dulces quejas
te suplican por mí.

Ellos comprenden el anhelo de mi pecho,
conocen el dolor del amor,
conmueven con argénteos tonos
a todo tierno corazón.

Permite a tu pecho emocionarse,
¡Amorcito, escúchame!
¡Trémulo aguardo en tu dirección!
¡Ven, hazme feliz!

Leise flehen meine Lieder
Durch die Nacht zu dir;
In den stillen Hain hernieder,
Liebchen, komm zu mir!

Flüsternd schlanke Wipfel rauschen
In des Mondes Licht;
Des Verräters feindlich Lauschen
Fürchte, Holde, nicht.

Hörst die Nachtigallen schlagen?
Ach! sie flehen dich,
Mit der Töne süßen Klagen
Flehen sie für mich.

Sie verstehn des Busens Sehnen,
Kennen Liebesschmerz,
Rühren mit den Silbertönen
Jedes weiche Herz.

Laß auch dir die Brust bewegen,
Liebchen, höre mich!
Bebend harr’ ich dir entgegen!
Komm, beglücke mich!

[1] Simon Keenlyside es el motivo de esta entrada. Hace exactamente un año tuve la feliz coincidencia de encontrármelo en el metro de Madrid, por donde este grande se movía rumbo a los ensayos del Wozzeck del Teatro Real.

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