Archivo de la etiqueta: Virgen de Copacabana

El culto de la Virgen de Copacabana y La aurora en Copacabana de Calderón

En 1650 el fraile agustino Miguel de Aguirre (La Plata, 1598) llegó a Madrid e inició una importante campaña de difusión del culto de la Virgen de Copacabana. Ese mismo año colocó una imagen de dicha Virgen en el Colegio de doña María de Aragón, en 1655 instaló otra en el Hospicio de San Ildefonso en Roma, en 1662 consiguió que se le erigiese una capilla en el Convento de los Agustinos Descalzos o de Copacabana (como se le conocería en aquel tiempo). La muerte lo alcanzó en 1664, cuando preparaba la instalación de otra imagen en Mancera, la villa de su protector Pedro de Toledo y Leiva.

En esos mismos años aparecieron obras destinadas a promover dicha advocación: De diva Virgine Copacabana in peruano Novi Mundi Regno celeberrima (Roma, 1656) de Hipólito Marracio, Compendio de la esclarecida y gloriosa imagen de Nuestra Señora de Copacabana (1663) de Gabriel de León, Imagen de Nuestra Señora de Copacabana (1663) de Andrés de San Nicolás, entre otras; algunas de las cuales fueron encargadas por el propio Aguirre. Tal fue la proliferación de obras de este tema que Santiago Vela, a propósito de la citada obra de San Nicolás, lo considera «un asunto tan trillado».

En un reciente artículo, publicado en el Anuario calderoniano, exploro la expansión de este culto americano en la Península, así como sus posibles vínculos con la composición de La aurora en Copacabana de Calderón de la Barca. A partir de ello, dato la comedia entre 1664 y 1665:

Gutiérrez Meza, José Elías: «El culto de la Virgen de Copacabana en España y la fecha de composición de La aurora en Copacabana», en: Anuario Calderoniano 7, 2014, pp. 167-178.

Convento de Copacabana en Madrid

Convento de Copacabana en Madrid

Der Kult der Jungfrau von Copacabana und Calderons La aurora en Copacabana

1650 ist der Augustinen Mönch Miguel de Aguirre (La Plata, 1598) in Madrid angekommen und hat dort eine wichtige Kampagne begonnen, um den Kult der Jungfrau von Copacabana zu verbreiten. Im selben Jahr hat er ein Bild der genannten Jungfrau im Kloster von Doña María de Aragón aufgestellt,  1655 hat er ein anderes im Hospiz von Sankt Ildefonso in Rom installiert, 1662 hat er erreicht, dass man eine Kapelle für sie im Kloster der Augustiner-Rekollekten oder von Copacabana (als was es in dieser Zeit bekannt wurde) errichtete. 1664 nahm der Tod ihn zu sich, als er die Aufstellung eines anderen Bildes in Mancera vorbereitete, der Stadt seines Gönners Pedro de Toledo y Leiva.

In dieser Zeit wurden auch Bücher veröffentlicht, um diese Advokation bekannt zu machen: De diva Virgine Copacabana in peruano Novi Mundi Regno celeberrima (Rom, 1656) von Hipolito Marracio, Compendio de la esclarecida y gloriosa imagen de Nuestra Señora de Copacabana (1663) von Gabriel de Leon, Imagen de Nuestra Señora de Copacabana (1663) von Andres de San Nicolas, unter anderen. Einige von ihnen waren Aufträge von Aguirre selbst. Die Bücher zu diesem Thema nahmen so zu, dass Santiago Vela, als er das genannte Werk von San Nicolas kommentierte, es als „un asunto tan trillado“ betrachtet.

In einem in Anuario calderoniano soeben erschienenen Aufsatz betrachte ich die Verbreitung dieses Kultes auf der Iberischen Halbinsel, sowie die möglichen Verbindungen mit der Komposition von Calderon de la Barcas La aurora en Copacabana. Davon ausgehend datiere ich seine Komposition zwischen 1664 und 1665.

Gutiérrez Meza, José Elías: »El culto de la Virgen de Copacabana en España y la fecha de composición de La aurora en Copacabana«, in: Anuario Calderoniano 7, 2014, S. 167-178.

Deja un comentario

Archivado bajo Calderón de la Barca, La aurora en Copacabana, Siglo de Oro

Francisco Tito Yupanqui

En agosto del año pasado Hans van den Berg publicó su estudio Francisco Tito Yupanqui, siervo de Dios (La Paz: Universidad Católica Boliviana San Pablo), dedicado al escultor indígena de la Virgen de Copacabana. Dicho personaje, dramatizado por Calderón en La aurora en Copacabana, actualmente es el centro de una causa de beatificación; por ello, el propio autor entregó un ejemplar al Papa en el Vaticano en octubre pasado. El libro, como Van den Berg explica, está organizado a la manera de un tríptico:

La hoja del centro, la segunda parte de esta obra, contiene todos los textos sobre Francisco Tito Yupanqui que he encontrado en obras publicadas durante la época colonial y en obras que quedaron como manuscritos en archivos durante la Colonia y que han sido publicadas recién en el siglo pasado. Además, reproduzco un expediente de 1690 que contiene todo un conjunto de documentos que nos informan acerca de la ascendencia y descendencia de Tito Yupanqui.

En la hoja izquierda, la primera parte de esta obra, está el propio Tito Yupanqui. En esta parte ofrezco datos fidedignos acerca de su vida y analizo en profundidad el documento que él mismo nos ha legado, una relación que hizo sobre los años en que se esmeraba para hacer una imagen de la Virgen María. Además, comparo esta Relación, a la cual he querido dar el título de El vía crucis de Francisco Tito Yupanqui, con las otras versiones de su vida que encontramos en diferentes obras de la época colonial. Finalmente, presento en esta primera parte lo que podemos llamar la otra historia del entallador de la imagen de la Virgen de Copacabana, la historia de cómo diferentes escritores de esa época han ido creando la personalidad de Francisco a su manera.

Por último, la hoja derecha, la tercera parte está dedicada a la Virgen de Copacabana en la imagen que Tito Yupanqui hizo de ella. Sabemos todos que, una vez entronizada solemnemente la imagen de la Virgen en la iglesia de Copacabana, el 2 de febrero de 1583, despertó casi inmediatamente una reacción devota en aquel pueblo, devoción que rápidamente fue expandiéndose, primero a lo largo de la ribera occidental del lago Titicaca y después, aceleradamente, más allá, gracias, de modo especial, a lo que los devotos empezaron a experimentar como milagros de la Virgen. Esta tercera parte del libro, basada fundamentalmente en las obras de los agustinos Alonso Ramos Gavilán y Antonio de la Calancha, los dos autores más importantes en nuestra documentación, está dedicada enteramente a este tema de los milagros que María obró entre los que de alguna u otra manera la reverenciaban, presentándose delante de la imagen que Francisco Tito Yupanqui talló o de una réplica de la misma, e invocando su generosidad para con ellos.

El estudio de Van den Berg incluye, dentro de los textos que reproduce en la segunda parte, la tercera jornada de La aurora en Copacabana. Aunque es comprensible (por los objetivos de su investigación) que privilegiase los textos históricos, hubiese sido preferible que eligiese una mejor edición de la comedia. Al respecto, en Bolivia existe una edición de divulgación, realizada por el religioso Saturnino Gallego (La Paz: Bruño, 1992), que sin ser una edición crítica, es claramente superior a la de Linkgua, la cual Van den Berg emplea. Asimismo, en ella se da noticias sobre la existencia de una anterior edición boliviana, publicada en 1977 por Monseñor Juan Quiroz, presidente de la Academia Boliviana de la Lengua.

Francisco Tito Yupanqui

Deja un comentario

Archivado bajo Calderón de la Barca, La aurora en Copacabana, Siglo de Oro

Bibliografía en línea sobre La aurora en Copacabana de Calderón (1)

La hispanista alemana Gisela Beutler (1919-1996) dedicó dos artículos a La aurora en Copacabana de Calderón:

El primero, como su título reza, indagaba en el uso de adivinanzas en la comedia:

Se documenta en el artículo que el enigma (adivinanza) como «forma sencilla» (Einfache Formen, Jolles) se emplea en algunas comedias de Calderón. El enigma evocaba el interés del humanismo del siglo XVI, época en que se publicaron varias colecciones importantes de este «género chico» literario. Se usaba intercalar escenas bucólicas, en que había certámenes de adivinanzas, tanto en el teatro primitivo (Juan del Encina), como en la novela pastoril profana y «a lo divino». Lope de Vega nombra acertijos en El villano en su rincón. Calderón emplea la voz «enigma» como sinónimo de «complicada trama dramática» en Basta callar. En La aurora en Copacabana alude al acertijo de parentesco. En la misma comedia inserta de modo indirecto una antigua adivinanza tradicional sobre el viento, la que adquiere dentro del contexto dramático el significado demonológico de espíritu maligno (Idolatría). También Miguel Ángel Asturias en Mulata de Tal identifica un ser mítico y diabólico con «el viento».

La revista Indiana ha sido colocada en línea por el Ibero-Amerikanische Institut (IAI), de modo que el artículo completo puede consultarse aquí.

En el segundo artículo, publicado póstumamente y resultado del Coloquio Anglogermano de 1996, Beutler abordó diferentes aspectos de la comedia en los apartados que lo componen: «El milagro de Cuzco», «El culto mariano en Madrid», «El trasfondo americano», «El tema mariano o religioso», «La Idolatría». Entre sus aportes merece destacarse que la hispanista propuso que la comedia estaría relacionada con la expansión del culto de la Virgen de Copacabana en España y, en tal sentido, sugirió su vinculación con la entronización de una imagen de dicha advocación mariana en el Convento de los Agustinos (conocido como «Convento de Copacabana») en 1662. Esta hipótesis es generalmente adjudicada solo a Victor Dixon, quien la postuló en su reseña a la edición de Ezra Engling, publicada en 1998 (Bulletin of Hispanic Studies 75, pp. 264-266).

Saliendo de lo académico, cuando visité Hamburg (la ciudad natal de Beutler), experimenté una curiosa ilusión óptica. Esta es la bandera de la ciudad:

Bandera de Hamburg

Debido a que en algunas banderas que ondeaban en la ciudad (sobre todo en la zona del puerto) el escudo era más grande de lo normal y/o no estaba bien definido, a la distancia, para mi admiración, lucían como la bandera peruana. Komisch oder?

Deja un comentario

Archivado bajo Alemania, Calderón de la Barca, La aurora en Copacabana, Literatura latinoamericana, Siglo de Oro

Copacabana de los Incas

Baltasar de Salas fue un fraile agustino, originario de Salamanca, que estuvo en el Alto Perú (la actual Bolivia) entre 1612 y 1626. Durante dicha estadía escribió una serie de informes sobre Copacabana, la ciudad a las orillas del lago Titicaca, centro del culto indígena  al ídolo de Copacabana y, tras la colonización española, de uno de los principales cultos marianos de las Indias: el de la Virgen de Copacabana. La única edición que se conserva de dichos escritos es la que el franciscano Jesús Vizcarra Fabre publicó en 1901 bajo el título: Copacabana de los Incas. Documentos auto-lingüísticos e isografiados· del Aymáru-Aymára. Protógonos de los preamericanos.

Recibido negativamente por la crítica, tanto el libro como su autor (quien falleció en 1904, tras perder el uso de la razón) fueron desacreditados. Por ejemplo, Riva Agüero y Osma calificaba a Vizcarra como un «loco de remate» y a su libro como «Un deforme e ininteligible conjunto de desvaríos y disparates». La razón para estos adjetivos se encuentra en los límites poco claros entre lo escrito originalmente por el agustino y las intervenciones de su editor. Como Vargas Ugarte señaló: «[Vizcarra] con lamentable confusión, entreveró conceptos tomados del P. Salas con ideas de su propia cosecha, resultando un todo enigmático y absurdo».

Hasta la pasada década el único ejemplar de esta obra en Europa se hallaba en el Ibero-Amerikanisches Institut (IAI) en Berlín. En 2010 fue reeditada en Bolivia por la Fundación Flavio Machicado Vizcarra, acompañada de algunas reproducciones facsimilares de los escritos de Salas. Sus editores proponen releer la obra bajo una luz diferente: «se trata de una investigación original del autor sobre una serie de documentos inéditos y seguramente incompletos, guiada por un objetivo específico que […] puede ser más bien el resultado de la inquietud de un grupo de la sociedad paceña de finales del siglo XIX por indagar su propio pasado y del pasado indígena».

8 comentarios

Archivado bajo Alemania, Crónica de Indias